sábado, 31 de mayo de 2014

El tren, de políticas, grafiteros y desentendimientos

El domingo pasado, unos pibes que se sentirían como el pebete de Irma Jusid, decidieron hacernos ver que eran muy antisistema y pintaron algunos de los vagones nuevos que estaban en exhibición en Puerto Nuevo. No es necesario repetir los argumentos de todo el debate que se suscitó. Creemos que en 6,7,8 se escucharon parte de los argumentos y se discutió en forma vehemente. Una vez más, la posta la tuvo Mocca, quien expresó muy certeramente cuál era el núcleo del problema que se suscitaba. Existe la idea en cierta progresía, encarnada en ese programa por Cinthia García, al respecto de que esto era una manifestación de arte juvenil, y que había que tratar de entenderla; y que también había que ver si el lugar estaba suficientemente vigilado para haber permitido ese acto.



Ciertamente el tema de los trenes, o mejor dicho, todos los temas que involucran a los trenes, son altamente sensibles. Por lo tanto, es una ingenuidad intentar reducirlos. Se trata de un problema político. Una de las consecuencias del desguace del Estado fue haber perdido este transporte de masas por excelencia, reducido a una porquería que andaba penosamente apenas en el Gran Buenos Aires. El kirchnerismo se dejó estar mucho tiempo para resolver el problema, hasta ahora, y creemos que nunca sabremos, si debido a ignorancia de la importancia del tema, de arreglos non sanctos con Moyano y la gangsta del transporte, a arreglos de funcionarios inescrupulosos con empresarios "nacionales"; o todo eso junto. Tarde, pero arrancando, el ministro Randazzo puso su proverbial eficiencia a resolver el tema, de esta vez con la bendición presidencial, o la orden. Más vale tarde que nunca. Y arrancó con movimientos interesantes, de recuperación y compra de material rodante.

Para quienes viajan y han viajado durante toda la Década Perdida, y bastante de la Ganada, el hecho de usar dos horas o más por día en vagones de tren sucios, helados o sofocantes, y grafitados, es todavía bastante penoso. De a poco, con los arreglos, reparaciones, mejoras en las estaciones y vagones, esta realidad cotidiana ha ido mejorando. Y nos consta que para el proletariado que trata de vivir en este sistema, la vida le ha ido cambiando. No es lo mismo llegar al laburo aterido de frío, luego de haber tratado de dormir en un vagón que huele a orines y restos de comida, que en un vagón donde se puede sentar, donde las ventanillas y las puertas cierran. Donde se puede ver en un cartel cuándo llega el tren, y hacia dónde va.Donde puede sacar el boleto con su tarjeta SUBE. El comentario de muchos de ellos es "hay que cuidarlos", "vamos a ver cuánto duran así", y etc. Claramente, esta política es popular y viene a resolver una de las tantas necesidades insatisfechas del pueblo trabajador. Claramente, se visualiza a Randazzo como el hacedor de este cambio, y al kirchnerismo como el garante de esta nueva situación (de paso, mostrando la capacidad increíble de reinventarse, siempre en un sentido popular). Por eso no es casualidad que los grandes medios le apunten a Randazzo, de formas no lineales, porque claramente no pueden decir directamente que están en contra de mejorar los ferrocarriles, sino tratando de golpear por otros lados. Por eso los "Pollos", por eso la sobreactuación en la cobertura de los accidentes y problemas. Éste es uno de los ejes. Lo que pase con los ferrocarriles está directamente atado a la suerte del gobierno popular. No podemos cerrar los ojos. Los ataques a los ferrocarriles son ataques al proyecto popular. El progresismo exacerbado no ve esto, y busca entender a unos pibes imbuídos de un individualismo que les hace creer que su enemigo es el Gobierno. No el Estado, no los grandes grupos económicos. Para ellos la transgresión es pintar un tren. No un yate o un auto de lujo.

Hoy llegó a Santa Rosa, La Pampa, una formación que salió de Once. Muy despacio, pero llegó. Tanto en Santa Rosa como en Catriló y Lonquimay hubo fiesta popular. Familias con chicos, viejos que lloraban y les mostraban a sus descendientes ese tren que los llevaba, que era su forma de visitar a sus familias, de poder viajar a Capital, de poder enlazarse con el resto del mundo sin tener que pagar fortunas por un pasaje de micro como es hoy. El tren es también el transporte de masas de larga distancia. La Felicidad del Pueblo es también poder viajar a larga distancia sin pagar una fortuna por ello. O simplemente, de poder viajar.



Nos hemos ocupado del tema. Seguiremos insistiendo

4 comentarios:

Comandante Cansado dijo...

Muy lindo.

Vincent Vega dijo...

Gracias, Don Comandante. Las imágenes del tren volviendo a Santa Rosa nos hicieron plantar un lagrimón a nosotros también ...

Udi dijo...

Hay un tema muy fuerte, y poco desarrollado en general, en su post, estimado. Y muy bien dicho: "No es lo mismo llegar al laburo aterido de frío, luego de haber tratado de dormir en un vagón que huele a orines y restos de comida, que en un vagón donde se puede sentar, donde las ventanillas y las puertas cierran. Donde se puede ver en un cartel cuándo llega el tren, y hacia dónde va.Donde puede sacar el boleto con su tarjeta SUBE."
Para quienes - por derecha o por izquierda - viven su vida en el pavimento, con agua, electricidad, cloacas, gas y transportes públicos, puede resultar irrelevante. "Triste reformismo", lo llamarán. Bueno, este humilde servidor siempre lo preferirá frente a las grandes declamaciones.
Salute !
PD: Los lagrimones, estimado Vincent, según la versión canonizada por Le Pera, se piantan, se escapan, se nos van. No se plantan.
Bah, también se puede, supongo.

Vincent Vega dijo...

Don Udi, gracias por su comentario. Vale su aclaración tanguera. Creo que era el lagrimón que no me dejó ver bien la pantalla y escribí cualquier cosa. Demasiadas buenas noticias en una semana. Y encima la Central Néstor Kirchner llegó a la criticidad (o criticalicidad?). Energía nuclear por 60 años... y qué energía!